viernes, 2 de abril de 2010

No es bueno apretar el alma, por ver si sale tinta.
El papel sigue siendo el asesino —el asesino de ti—
y quizá es mejor que la sombra y que sus dagas
por antiguas voces descalzas vayan. Por antiguas voces,
muy lejos del número y sus cárceles, entre nieblas olvidadas.
Pero también pienso que con todo esto
tal vez puedas hacer algún día un cuadernillo;
que con todo esto —rojos, nieblas y niños
que se dicen adiós por las esquinas— quizá sí puedas reunir
unos ilegibles pedazos de diario para con paciencia zurcirlos,
tarde adentro, hasta que torpemente formen un libro hecho de frío.
Y quizá sobre sus grises tapas de lluvia
puedas tú poner también mi nombre antiguo
y, justo debajo, las sabidas fechas de mi nacimiento y muerte.
Y entonces mi nombre pequeño allí, mi nombre —pobre—
que no sé ya si da pena o si da risa así grabado en unas tapas
ante las que puedas abrazar las evaporadas siluetas
de unos tristes fantasmas sentimentales que no soy
pero que los viejos papeles tercamente dicen que sí fui.

1 comentario:

Gustavo Murillo dijo...

por dios hadri, estuve mirando tus blogs...
o sea, yo arme uno asi que estuve mirando que hay por aca... y lo que vi de vos es bueno y esto ultimo es zarpado en bueno y zarpado en triste, en dolorosa soledad.
felicitaciones y suerte, ah, a mi tambien me gusto y me dio mucho robotech alla cuando era chico en los ochentas... :-)